Coordinando un grupo de trabajo relativo a cómo atender a la diversidad en las aulas de un IES, propuse a mis compañeros una lectura que encontré en la red, la cual aqui os dejo porque la verdad que, habria que debatirla en más de un centro pues son muchas y muuuuyyyyy variadas las respuestas que nos encontramos...
Los alumnos con nee generalmente comienzan su escolarización ordinaria en edades muy tempranas, con resultados muy positivos debidos principalmente a tres cosas:
En la relación con sus iguales no se aprecian tanto las diferencias madurativas, de aficiones y comportamientos. Son niños y como tales son sensibles a la misma clase de estímulos y tienen prácticamente los mismos intereses.
En la Educación Primaria el aprendizaje sigue una metodología que se basa en aprender jugando, manipular, observar, investigar, experimentar, con tareas motivadoras y creativas en las que se prioriza que el alumno se exprese, y se concede más importancia a “cómo se aprende” que a “qué se aprende”; además, esta metodología se sigue con especial interés con todos los alumnos y no solamente con los alumnos con nee. Esto hace que el acceso a las tareas escolares sea más sencillo para estos últimos alumnos.
Seguimiento y atención exhaustiva y especializada por los profesores de apoyo, los tutores, Equipos de Orientación, padres, etc… Además, la coordinación de todos estos elementos es posible, entre otras cosas porque se dispone de espacio horario para ello, dentro del horario escolar. La información fluye con cierta rapidez y se pueden programar las adaptaciones colegiadamente.
Pero ¿qué ocurre cuando llega la ESO? Algunas dificultades:
Los desfases curriculares se hacen más notables: la profundidad de conocimientos en casi todas las áreas es mayor, con lo que el tipo de trabajo adaptado es cada vez más diferente al del resto de alumnos.
En la Educación Secundaria hay mayor interés (sin que eso sea algo malo) por “qué aprender”, cuánto tienen que saber, por el nivel de conocimientos, por un programa que cumplir.
El profesor no tiene tiempo ni espacio horario para la coordinación con el Equipo Docente, Orientador, Profesor de Apoyo, etc… entre otras cosas porque los horarios de muchos de ellos no coinciden. El profesorado con más experiencia del Cuerpo de Secundaria, en la mayoría de casos, no tiene formación en este aspecto o ni siquiera ha tenido contacto con este tipo de alumnos hasta hace pocos años.
¿Qué puede hacer el profesor de ESO ante esta realidad?
Ante todo y aunque suene utópico, es necesario reclamar de las Autoridades Educativas espacios, horarios, momentos para la coordinación, recursos humanos y reconocimiento de algún tipo para toda una serie de nuevas tareas, que por el momento sólo han supuesto un incremento del trabajo sin incremento suficiente de los recursos. La sobrecarga docente ante la gran variedad de retos educativos que se plantean, hace que parezca que la escuela deba solucionar todo aquello que la sociedad es incapaz de controlar.
Pero como ya se ha dicho, también hemos de reconocer una sociedad plural y que esa pluralidad se encuentra en las aulas. Ello supone la aceptación por parte del profesor que además del alumno/a que sigue la clase con más o menos fluidez, tiene otros que no lo hacen y a los que está llamado a desarrollar al máximo sus capacidades. ¿En qué otra cosa consiste si no el arte de ser docente? Dicho de otro modo: igual que todos los días dedicamos un rato para preparar nuestras clases para el día siguiente (cosa que se supone que hacemos) tendremos que dedicar otro rato más para adaptar o rescatar de nuestro currículum aquello que pueda ser ofertado a nuestros alumnos con NEE. En el apartado de ejemplos prácticos veremos que esto no es tan complicado como parece ni lleva tanto tiempo, así como herramientas sencillas para desmitificar el sobreesfuerzo que supone la atención de estos alumnos.
En el caso de nuestros alumnos con NEE es importante conocerles y hacer que el grupo-clase les conozca. Gran parte del éxito social y escolar de estos alumnos se basa en trabajar este aspecto con el resto de la clase y con el resto de profesores.
También es necesaria una actitud positiva ante estos alumnos y no limitar sus expectativas. Evitaremos comentarios fatalistas sobre sus posibilidades educativas, porque el mero hecho de mencionarlas predispone a esperar menos de ellos. Valoraremos sus avances por pequeños que sean y buscaremos su automotivación y autoestima. Tengamos en cuenta que con estos alumnos, el proceso de retroalimentación positiva y automática por el mero hecho de aprender, no se da como en el resto de alumnos que se automotivan cuando ven sus propios progresos.
Igualmente importante es conocer las expectativas familiares y en ocasiones ayudar a que ésta también las enfoque desde un prisma positivo pero realista. Frecuentemente las familias carecen de habilidades para aceptar y canalizar las dificultades de su hijo con NEE, siendo habitual que muestren un comportamiento diferente en la escuela y en sus casas, como el resto de alumnos. Será necesario ofrecer pautas de actuación comunes padres-profesores, contactos frecuentes, estrategias para tratar al alumno de igual forma en casa-clase, etc…
Dialoguemos con los alumnos, aprovechemos las tutorías para concienciar a los alumnos de que el profesor necesitará pasear por entre las mesas y atender de vez en cuando a compañeros con dificultades y que para ello necesitará su colaboración. Impliquemos a los alumnos en la tarea de integrar, facilitar, trabajar en colaboración, haciéndoles sensibles a las necesidades presentes en los compañeros.
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